La alternancia, el nuevo Grupo San Ángel y AMLO
Alexia Barrios G.
Entre los grupos priistas hay seria preocupación porque el 2018 registre una nueva alternancia en la Presidencia como producto de la mala calificación ciudadana a Peña Nieto y a la incapacidad de resolver los señalamientos de corrupción, conflicto de intereses y que los mexicanos no perciben ninguna mejoría en relación con los dos sexenios panistas. En el PRI apuntan a Manlio Fabio Beltrones como único con posibilidad de derrotar a las izquierdas o a las derechas, pero también saben que no tendría la bendición de Peña Nieto y que la ruptura sería el punto final para un nuevo sexenio priista.
Por eso, como ocurrió el 9 de junio de 1994, los mismos intelectuales y los mismos operadores políticos y sus financiadores, nuevamente está por revivirse el Grupo San Ángel, de la mano del mismo Jorge G. Castañeda y Héctor Aguilar Camín, ya con la puerta de las candidaturas independientes abierta por la reforma electoral y con el caso de Jaime Rodríguez “El Bronco” como ejemplo de que sí se puede derrotar a la partidocracia tradicional. Producto del primer Grupo San Ángel y la amplía promoción al “voto útil” fue que se impuso a Vicente Fox como Presidente de un gobierno desperdiciado porque el poder lo envileció, el toloache lo desubicó y su rechazo a López Obrador lo enfermó al grado de nos heredó el sanguinario sexenio de Felipe Calderón.
Aunque faltan tres años para la sucesión presidencial y hasta ahora hay una sobrevaloración a las encuestas que retratan que Andrés Manuel sería el candidato a derrotar, la realidad es que el tabasqueño y su partido no tienen más que popularidad y arrastre en el centro del país y algunas regiones de Veracruz, pues en las demás entidades no pintan. Como Peña Nieto y su séquito de asesores han puesto al neopopulismo como la amenaza para las economías como México, los andresmanuelistas creen que los ataques en México y en la mismísima Asamblea de la ONU por parte de Peña son porque Morena está en la antesala de la Presidencia.
Sinceramente lo dudo. El naciente poder del partido Morena en el Congreso está siendo derrotado, en el DF están muy divididos porque todos se creen generales y no hay un plan de Nación que se haya presentado hasta este momento. Pero lo más importante, que varios ex muy cercanos a Andrés Manuel están seguros de que éste nunca ha querido ni quiere ser Presidente de México y en caso de que estuviera “en la antesala” cometería todos los errores para no ganar, pues el discurso del fraude y la polarización son más redituables para él y su partido. “Es más cómodo estar en la oposición que en el poder” han reiterado muchos decepcionados del tabasqueño. Y lo que leí en el muro de Gustavo Hirales, considerando que Andrés Manuel realmente haya estado muy enfermo del corazón, la exigencia física y mental de una campaña presidencial pondría en alto riesgo la salud del candidato, por lo que un nuevo infarto o su eventual salida de la carrera presidencial, obligaría a Morena a buscar un sustituto: ¿Batres, Monreal, Sheinbaum, Brugada? Así de grave.
Por lo anterior, hay tener cabeza fría y no anticipar nada para nadie. En este momento lo único probable es la ruptura en el PRI (que no es sinónimo de fractura) y eso modificaría todos los escenarios que izquierdas, populistas, derechas y priistas recalcitrantes han estado filtrando a través de sus amigos analistas. Yo, por mi parte, seguiré disfrutando mi cafecito en medio de una fresca mañana de otoño.
Alexia Incomoda Informa 
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